Esta semana el Senado aprobó el desafuero del legislador nacionalista Gustavo Penadés por unanimidad, más allá de los matices que presentó Cabildo Abierto.
El mismo había sido solicitado por la fiscal de Delitos Sexuales, Alicia Ghione, quien advirtió en el pedido que varias víctimas han sido amenazadas. Agregó a su vez, que el respaldo público al representante del Partido Nacional por parte de algunas autoridades aumentó el temor a realizar las denuncias.
Allí recordé de inmediato el breve articulo que escribí a fines de marzo, cuando el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, brindó su respaldo al entonces senador, señalando que estaban pasando por una “situación de indignación” y se trataba "de una difamación".
Heber además valoró en aquel entonces que Penadés haya “dado la cara”.
Mi articulo lo titule "Un mensaje peligroso", y decía así:
La realidad es que nos encontramos ante una denuncia muy grave y espero que ambas partes, tanto denunciante como denunciado, cuente con las garantías necesarias para que la Justicia pueda actuar correctamente y llegar al fondo de la cuestión. Si el denunciado efectivamente cometió un delito de abuso sexual deberá pagar las consecuencias, al igual que si la denunciante mintió al respecto.
Así me imagino en la mente la respuesta de un ministro del Interior al ser consultado sobre la acusación de una ciudadana uruguaya contra un legislador.
Pero no fue así. Luis Alberto Heber se pronunció de manera vergonzosa sobre la denuncia pública que realizó Romina Celeste, militante nacionalista, contra el senador, también del Partido Nacional, Gustavo Penadés.
"Es una difamación", respondió el jerarca del poder Ejecutivo.
La máxima autoridad del ministerio que vela por la seguridad de los uruguayos le dice al país que si una persona realiza una grave denuncia (como lo son siempre las relacionadas a los abusos sexuales) está difamando al acusado. Más allá que es cierto que debe demostrarse dicho abuso, es un pésimo mensaje.
¿Cómo una persona que sufre un delito de esta u otra naturaleza se va a presentar a partir de ahora ante una comisaria para efectuar una denuncia cuando el ministro del Interior la va a desestimar o minimizar?
A las personas que sufren violencia de género, en su inmensa mayoría mujeres, que muchas veces por temor o vergüenza no realizan denuncias, se les intenta dar seguridad y garantías para que se animen. ¿Lo harán en este contexto? O la Policía les dirá que están difamando al agresor.
¿O la defensa pública de Heber se debe quizás a la relación política de años que mantiene con el senador, que integra su partido y el gobierno de Coalición?
¿Las denuncias contra estos serán minimizadas por la máxima autoridad de Interior?
¿Qué pasará en el futuro, en este gobierno o en los siguientes, con aquellas personas que puedan ser, presuntamente, víctimas de delitos por parte de integrantes del gobierno de turno? Tampoco se atreverán a realizar denuncias.
Espero que la Justicia pueda actuar con libertad, sin presiones, que son moneda corriente por estos tiempos. Presiones políticas de todo tipo y color, dependiendo quienes son los actores involucrados y que solo contribuyen a generar suspicacias y sospechas.
Que se sepa la verdad, se haga justicia, y quien cometió un delito pague por sus actos. Ya sea el acusado, o el denunciante si se comprueba que miente. Pero demos garantías a las partes y jamás minimicemos una denuncia tan grave.
Más de dos meses después algunas interrogantes tienen respuesta, y no hacen más que corroborar algunas de mis preocupaciones.
¿Cómo una persona que sufre un delito de esta u otra naturaleza se va a presentar a partir de ahora ante una comisaria para efectuar una denuncia cuando el ministro del Interior la va a desestimar o minimizar?
Ghione dijo que la mayoría de las víctimas “están silenciadas y desconfiadas del accionar de las autoridades”. “La investidura del senador, el respaldo público de algunas autoridades y el silencio de otros representantes del pueblo en general, aumentó el temor de las víctimas (…), se sienten desprotegidas y en riesgo”. Agreguemos también el respaldo del presidente de la República, Luís Lacalle Pou. "Yo le creo a él", dijo inicialmente.
Esas preocupantes declaraciones, por suerte cambiaron. No debieron existir, pero por suerte cambiaron. Claro, ante una situación que se agravó enormemente para Penadés.
Heber ahora dice que las denuncias son “muy graves, terribles”. Increíblemente a fines de marzo comencé el artículo manifestando que esa era la respuesta esperable de un jerarca de esa magnitud. "La realidad es que nos encontramos ante una denuncia muy grave", empecé escribiendo aquel día, en relación a lo que uno esperaba como expresiones de un ministro del Interior.
Heber agregó también que “de ser cierto esto es terrible para nosotros, porque demuestra que no (lo) conocíamos, no es la misma persona que estamos hablando, es otra persona. Y nos cuesta creer que esto sea verdad, pero vamos a estar sometidos a lo que diga la Justicia”, concluyó, calificando de “imperdonable” lo denunciado en caso de comprobarse.
También cambio el tono de las declaraciones el presidente: “Las denuncias son muchas; por lo que he podido averiguar son graves. Yo espero que la Justicia falle lo antes posible, declarándolo inocente o culpable. Si pasa lo segundo, obviamente, hay un tema de consecuencia personal que se imaginarán que es muy fuerte”, dijo el mandatario al ser consultado en una rueda de prensa.
Las declaraciones que en mi mente me imaginaba en aquel entonces, llegan dos meses y medio después. Bienvenidas sean, pero ya tienen consecuencias negativas. Víctimas que no se atreven a realizar denuncias y son amenazadas.
Que sirva de aprendizaje. Son errores serios, en temas delicados.
Hace unos pocos días nada más, la experta en derechos humanos, Mama Fatima Sighateh, señaló que "la explotación y abuso sexual de niños están normalizados socialmente en Uruguay". Por otro lado, agregó que la lentitud del proceso de investigación y las demoras en el procesamiento y resolución de los casos denunciados ante las autoridades alimentaron la idea de impunidad de algunos perpetradores, y no permiten la rehabilitación eficaz de las víctimas, ni el apoyo a los familiares y testigos de la venta y la explotación sexual.
Tengamos en cuenta que es común que quienes comenten estos delitos se oculten muy bien dentro de la sociedad. "Es otra persona" dijo Heber sobre Penadés, si se comprueban los delitos. Yo creo que es la misma, pero muy bien camuflado en la sociedad. Decenas de veces escuchamos que el abusador, violador, o autor de femicidios parecía una buena persona.
No minimicemos jamás las denuncias, y que la Justicia continúe adelante con la investigación.
Derecho a la verdad, pero bajo ciertas condiciones
